20 abril, 2008

Anecdota

Piojos: Un verano, Sheila Ritchie, de Topeka, llevó a su hija Melissa, de 5 años, al Dr. John Egli, médico de la guardería. Egli le dijo a Melissa: - Eres preciosa. Tienes que alejarte de los chicos, porque si no te transmitirán piojos. Al día siguiente, Melissa llegó a casa del colegio, corrió hacia el lavabo y empezó a lavarse las manos. A la mañana siguiente, lo primero que hizo Melissa fue ir al lavabo a lavarse las manos de nuevo. Sheila advirtió que Melissa se lavaba las manos demasiado frecuentemente, lo que le hizo sospechar. - A ti te pasa algo. Déjame ver tus manos -dijo Sheila.Melissa las escondió detrás de su espalda. Finalmente, Sheila convenció a Melissa para que le enseñara las manos. Estaban inmaculadas. - ¿Qué hay de malo con tus manos? -preguntó Sheila.- Oh, será mejor que te lo cuente -dijo Melissa-. He pillado piojos. He estado inquieta por ellos durante semanas. Iba yo corriendo hacia el patio del colegio, cuando un chico intentó besarme. Corrí tan rápido como pude. Pero tropecé, y él consiguió cogerme de la mano. Sheila no quiso que Melissa pensase que el doctor había mentido. Así que miró las manos de Melissa muy detenidamente y dijo:- Oh, sí que has pillado piojos. Pero si te lavas las manos una vez más, se te irán definitivamente.

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